Escrito por Óscar Quirós Romero – Analista Político, Escritor y Viajero
Tengo
por costumbre, tras una toma de posesión de un cargo después unas elecciones,
sean de la naturaleza que sean, gane quien gane o pierda quien pierda, de dejar
pasar un mínimo de cien días antes de juzgar un mandato, un pacto político o un
acuerdo programático de gobierno hasta ver cómo evoluciona. Pero dados los
acontecimientos que se están dando en diferentes ciudades y comunidades
autónomas de este santo país, en esta ocasión, me van a permitir que me salte
esta norma tan lógica, como habitual en periodismo y en el análisis político,
porque me están empezando a pitar los oídos con ciertas actitudes, algunas
declaraciones, muchos comportamientos y otras señales que, no sólo me
desapacibilitan o me molestan, sino que me están llegando a alarmar. Entre
otras cosas porque eran previsibles y, por tanto, evitables.
He
tenido a bien denominar – y espero que me lo sepan dispensar – como “CorruPPtus
Interruptus” al espacio de tiempo que viene transcurriendo desde las pasadas
Elecciones Municipales y algunas Autonómicas, y las previsibles Elecciones al
Congreso de los Diputados y al Senado del
Reino que se anunciarán en breve para finales de año, sin olvidar que en medio
se convocarán, además, las Elecciones Autonómicas al Parlamento catalán.
Los
dos grandes partidos de siempre han visto con precaución – quizás con pánico –
la irrupción en el panorama nacional de dos formaciones alternativas que, no
sólo les han restado votos, sino que les han mermado la capacidad de maniobra y
chanchulleo. Al menos, hasta que vean de qué pie cojean, hasta comprobar si se
apuntan al carro de la corruptela y “al dame que no aquí no ha pasado nada” o,
si por el contrario, ejercen con esos diputados y concejales - tan valiosos a
la hora de las investiduras y los pactos de gobernabilidad - la fuerza
suficiente como para frenar, controlar y, en su caso, denunciar jurídicamente
los desmanes y atropellos cometidos durante las últimas seis legislaturas. Y
digo bien, SEIS.
El
miedo que invade al Partido Popular y al Partido Socialista en sus respectivos
feudos tradicionales ha quedado patente en la quema deliberada de Ayuntamientos,
la trituración masiva de documentos municipales, el vaciado de discos duros en
los sistemas informáticos, la adjudicación precipitada de concesiones de última
hora, las reiteradas negativas a realizar auditorías externas en las
instituciones locales o autonómicas que cambian de color político o que,
simplemente, se han visto obligadas a pactar con fuerzas de segundo orden como
Ciudadanos o Podemos para conseguir la gobernabilidad o la simple investidura
de un candidato concreto.
La
debilidad manifiesta de Mariano Rajoy y del equipo que sustenta su gobierno,
que cada día se muestra más incapaz de cumplir su programa electoral, de regir,
dirigir y hacer respetar a la nación dentro y fuera de nuestras fronteras han
puesto en serio peligro a lo largo de esta legislatura, por primera vez desde
el 23 de Febrero de 1981, los tres grandes valores que hemos jurado o prometido
defender los españoles de bien y por los que lucharon en ambos bandos nuestros padres
y abuelos.
A
saber: La Monarquía Parlamentaria, la Constitución de 1978 y la Unidad de la
Nación.
Llevo
años afirmando que lo que menos me preocupaba de esta depresión actual era,
paradójicamente, la crisis económica ya que, de la misma forma que el mundo nos
había hundido en ella (España, por supuesto, con sus particularidades y
culpas), la propia situación global se encargaría “per sé” de sacarnos de ella, sólo era una cuestión de tiempo.
A mí,
personalmente, lo que realmente me inquieta es la inexcusable crisis de valores
que existe en nuestra sociedad actual.
La
falta de consciencia y generosidad, la despiadada usura que lleva a un
político, banquero, constructor o empresario a enriquecerse empobreciendo al
próximo, al trabajador, al emprendedor, al investigador, al pensionista, al
desvalido, al dependiente, al enfermo, al becario, al escolar, a la infancia…
Esto
es, de verdad, lo que me preocupa y me ocupa en estos momentos.
Saquen
pues, Ustedes, sus propias conclusiones y midan con anticipación hacia dónde
quieren llevar su futuro familiar y profesional, hacia dónde quieren llevar a
la nación y, por tanto, hacia dónde van a derivar su voto en las próximas Elecciones Generales.
Artículo publicado en EL HERALDO DEL HENARES, 08-Julio-2015
http://www.elheraldodelhenares.es/pag/noticia.php?cual=26620